Pasa horas y horas en su habitación, la chica era como una
muñeca de porcelana, siempre estática, siempre vacía, hermosa, pálida y mirando
la “nada”, con la compañía de su gato, no come y cada día tiene la visita de
Naomi, ella la acompaña algunas horas hasta el anochecer, pero ese no es
consuelo. . .
Esta chica ha pasado milagrosamente de curso, la asistencia
le pesaba pero se apiadaron de su condición, decenas y decenas de certificados
médicos a nombre de un psicólogo que ni ella conoce, rodeada de pastillas que
ella no consume, su vida se agota sin un gramo de golosinas. El comienzo del
verano y de sus vacaciones no le emocionan, son sólo mas días libres, mas
soledad, mas tristezas que no se pueden ahogar con un trago ni se podían
esfumar como el humo de un cigarro, como lo hacía su madre, no, ella no
llegaría al patético estado en el que se encontraba esa “mujer”, su deseo es
una salida, una rendija, un hueco, un pequeño espacio de donde provenga la luz,
sabe que eso no puede llegar solo, sabe que ella necesita ponerse en marcha y
comenzar nuevamente el camino, el cual los mortales llamamos vida, pero. . . Algo
así para ella ahora es imposible, lo único que le queda es seguir así, como una
muñeca.
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