miércoles, 14 de noviembre de 2012

~Que interesantes manecillas~

    Al volver a casa vio a su madre tirada en el suelo, corrió a socorrerla pero inmediatamente reflexionó sobre la situación, ella no sufría, respiraba, ella sólo dormía, hedionda a alcohol y a sus adorados cigarrillos, la chica suspiró y cargó a esa mujer hasta su habitación, le quitó los zapatos y la acostó en la cama, la mujer abrió cautelosamente los ojos, observó a su hija un tiempo y suspiró.
-¿Aún sigues aquí?, anda, estudia en esa mugre de colegio al que asistes, complétalo y lárgate pronto de mi vida, no deseo seguir sustentando y  viviendo con una carga como tu. . . ¡Vete!-Gritó.
    La chica se apartó lentamente y salió de la habitación, corrió hasta su refugio, cerró la puerta y soltó un grito incontrolable de desesperación, cayó al suelo sin fuerzas y comenzó a llorar,  las palabras de esa mujer fueron como flechas incrustándose poco a poco en su pecho, desgarrando todo a su paso,  un dolor que aumentaba progresivamente, esas palabras fueron tan poderosas que se arraigaron en lo profundo de su alma, que la dejó muda, sin ánimo, sin ganas de seguir, despreciando el amor, la familia, los amigos, todo posible cariño hacia su persona lo sentía frío, mentiroso, superficial, algo sin significado, una palabra vacía e incomprensible quedó guardada en su corazón. . . -¿Qué ser tan sádico le atribuyó tantos sentimientos y lazos a la palabra "amor"?. . . ¿Qué es realmente el amor?-Se preguntaba la chica. Ya no le quedaban más lágrimas y el dolor aún permanecía sin deseos de marcharse. Ella tenía unas ganas inmensas de desquitarse, tomó unos vasos abandonados en los rincones más profundos de su habitación y los aventó al piso con tal fuerza que se rompieron en mil pedazos, los trozos saltaron hacia todas direcciones, ella descalza caminó por la habitación hasta pillar a su viejo amigo, la navaja que tanto le gustaba a su padre, la miró por mucho tiempo y de pronto sintió un gran ardor en sus pies, al contemplar la escena se percató que estaba parada en un gran charco de sangre, su sangre, los vidrios se habían clavado en sus pies, se quitó los más grandes sin titubear, prosiguió con los pequeños y dejó la sangre fluir, -No es suficiente-dijo ella, el dolor interno era más fuerte que esos pequeños rasguños, así que tomó la navaja y creó nuevos cortes en sus muñecas, no le satisfacían pero aliviaban su corazón. 
    De pronto se abrió su puerta rápidamente, era Naomi exaltada, al verla corrió hasta el baño y buscó el botiquín, tomó a la chica y curó sus heridas, la chica ni siquiera le dio las gracias, ni siquiera miraba a Naomi a los ojos, solamente estaba atenta a las agujas del reloj.
-Una gran preocupación quedo en mí después de que te quedarás a dormir en mi casa, tenía razón, al parecer no puedo dejarte sola, tonta, ¿Por qué te haces esto?, ¿Qué es lo que ganas haciéndote daño?, pude llegar a tiempo y curar tus heridas físicas, en verdad siento no poder ayudarte con las de tu corazón. . . Necesitas ayuda, por favor trata  de dejar que te ayude un especialista- Dijo Naomi.
    La chica frunció el ceño y miró con gran odio a Naomi, ella pilló el mensaje de su mirada y se marchó, la chica volvió a centrar la vista en el hermoso reloj de mármol, las horas pasaron y la chica aun permanecía estática observando las manecillas. . .


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