El cielo amarillo, el viento agitaba su cabello, aroma a
pastel recién horneado con una pisca de canela, la chica se sentó en la ventana
del 3er piso, contemplaba los panecillos volar y el cautivador paisaje, azúcar,
colores, toda una utopía en su magistral armonía.
Su cabello
estaba corto, al nivel de sus orejas, tenía un listón rojo que le daba dulzura
a su apariencia, su ropa era a rayas o con algún dibujo simpático, colorida
acompañada de un negro, pero era un negro muy sutilmente incorporado, se
delineo suavemente los ojos y pinto sus labios con un brillo cautivador, esta
chica tenia personalidad y prestancia, se movía delicadamente, cada detalle era
simplemente seductor.
Cada vez
que paseaba por el mercado o la ciudad de su maravillosa utopía, tanto chicos como
chicas se volteaban al verla, ella se sentía simplemente hermosa. Decidió
volver a la realidad, tomar su nueva viva en sus manos y dirigirla hacia el
lugar correcto, no ser monopolizada ni vivir a merced de los demás, quería ser
libre y deseada, quería dejar una huella.