El cielo estaba más amarillo que de costumbre, el sol asaba y el viendo congelaba, las almas que andaban por ese lugar eran extrañas y a su vez cómicas, estas almas patéticas ejercían hobbies, caminaban, corrían, pedaleaban, dialogaban, se reían, etc. Esta chica solo las observaba atentamente -Que seres tan peculiares y cómicos, nadie es igual al otro, pero aun así, en lugares como este, las máscaras empiezan a reinar- El unicornio morado la miro seriamente, ella le devolvió la mirada e inclino la cabeza muy convencida, ella era una más de esas mascaras. El manjar ya no era del mismo sabor que antes, será porque ya no está salado y el azúcar ya no saciaba a su soledad, maltrató a su cuerpo y su billetera. Todo es normal, pero en esta chica hay un cambio, su cara seria y triste se volvió en una cara con optimismo y alegría, esta chica ha podido dialogar con gente extraña sin contener su extrovertida personalidad que estuvo oculta por el miedo al rechazo.
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