Al otro día todo fue lo mismo, exámenes, clases aburridas y
un profesor de la voz amable que la miraba con frecuencia, con preocupación quizás,
o solamente es un bicho raro. Después de clases la chica huyó de todas esas voces
presuntuosas y falsas, corrió y corrió hasta llegar a su refugio. . .
-¡Buenas tardes!, hace tiempo que no venías, ya me estaba
preocupando-Dijo la encargada.
-Lo siento, he estado distraída últimamente,
no podría dejar de venir si estuviera en mis cabales, la biblioteca es mi lugar
favorito-Respondió la chica.
-Ya lo creo, me llegaron algunos libros, si deseas echarles
un vistazo, están en aquella estantería-Le señaló la estantería- no son muchos,
pero por lo que he leído son muy buenos-Dijo la encargada.
-Gracias, creo que les echaré un vistazo.
La chica fue al estante y había muchos, muchos libros, de
todos colores y aspectos, algunos muy gastados y otros casi nuevos, la mayoría
de los libros que almacena la biblioteca son donados por diferentes individuos,
el colegio no goza de una gran economía. . . Pero hubo uno en particular que le
llamó la atención, su portada es tenue y un poco atacada por la humedad, su
letra era de un tamaño ideal y sus hojas algo rígidas, el nombre del libro a
la chica le pareció extraño y algo gracioso, así que decidió llevárselo.
-Creo que me llevaré este- Le dijo a la encargada.
-¿Ese?, interesante elección, creo que es uno de los más
gastados, cuídalo mucho, sabes que no suelo prestar los que están en esta
condición, pero por ser a ti, puedes llevártelo, pero claro, cumple con el
plazo-Dijo la encargada.
-Por supuesto, gracias por su confianza- Dijo la chica
mientras se retiraba.
Al volver a casa vio a un chico, una persona conocida
sentada en el banco que tanto querían, una promesa se llevó a cabo allí, pero
ella pensaba que él ya lo había olvidado, al pasar por ahí el chico la miro
con mucha angustia, pero la chica solo lo miró de soslayo y siguió caminando,
pensó varias veces en regresar, pero sabía que nada cambiaría.