Después de hablar con la encargada de la enfermería del colegio todo se fue a negro nuevamente. Aquí en mi mundo me pregunto cuanto tiempo ha pasado, ¿5 segundos, 15
minutos, 3 horas, 4 días o quizás 2 meses?, no lo sé, pero algo me dice que la
sala blanca con sonidos repetitivos será mi morada por unos días, que asco,
cuando pensaba que dejarían de darme esa atención que tanto detesto. . . como sea,
debo aprovechar mi tiempo conmigo misma, en serio, es el deleite de mi vida.
He caminado sin rumbo fijo -como siempre- por mi utopía,
nada ha estado fuera de lo común, bueno, lo que se puede decir común en un
mundo tan especial como este, he probado nuevos sabores que ni el experto en
degustaciones podría imaginar, si supiera de que está compuesto podría volverme
rica… no, imposible, a mi todo me sale mal.
-Buenas mi preciosa doncella-Dice el unicornio morado que
apareció de improviso.
-Hola- Respondí.
-¿Qué pasa con ese ánimo?, pensé que disfrutabas tu estancia-
Dijo el unicornio
-La disfruto, por supuesto, es solo que algo me ha mantenido
inquieta, no lo sé, algo extraño ocurre. . .- Dije preocupada.
-Por favor, despierta. . .- Se escuchó a lo lejos.
-¿Qué fue eso?- Pregunté alarmada.
-Una voz sin importancia, quizás los ositos de goma te
quieren hacer una broma- Dijo él riendo.
-Sí, debe de ser eso…-
Eso sí fue extraño, esa voz que se escucho fue casi un
murmullo, era una voz que me pareció familiar, este lugar a estado siempre
poblado de ruidos, pero nunca había escucha una voz que se sintiese
completamente ajena, es extraña…
-¡Deja de preocuparte por esa voz!, son sólo traviesos
ositos, no les des importancia, preocúpate por este caramelo, sabe extraño, será
dulce, agridulce o superior a lo dulce?- Interrumpió mis pensamientos el
unicornio.
-¡Deja de interponerte entre mis pensamientos y yo!, aunque
sobre el caramelo tienes razón, esta extraño, muy dulce quizás…-
El unicornio dio un salto impactado.
-¡Que ofensa!, nada es lo suficientemente dulce, quizás un
poco más de azúcar arregle esto- Concluyó el unicornio.
En ese instante aparecieron tiernos panquequitos con grandes
baldes de azúcar los cuales vertieron en
el caramelo, este se puso de un color más claro, posteriormente se zambulleron
en él y comenzaron a nadar, creo que era su forma de batirlo, extraña forma
debo añadir, antihigiénica además, bueno, ¿Quién soy yo para criticarlos?, nadie. A mi colegio le ha dado por llenarme de deberes, no
entiendo por qué si saben que no los haré, estas cosas hacen que retrase en lo
que realmente es bueno, soñar, ahora que lo pienso hipotéticamente "si he estado en este mundo
tanto como en el mundo real", se han acumulado por miles -¡oh no!- ya tengo
miedo de volver. Si en algún momento vuelvo, ¿Será bueno?, nada cambiará, todo
seguirá a su monotonía normal, nadie ocupará ese asiento a mi lado, nadie se
desvelara por saber si estoy bien, dará lo mismo… Este episodio se ha repetido
tantas veces que ya no es una decepción, hasta podría asegurar que es un
alivio, si algo llegase a cambiar estaría en serios problemas esa monotonía,
¿Una monotonía puede tener problemas?, quizás.
-¡Si los tiene!-Dijo el unicornio.
-¡Deja de meterte en mis pensamientos!-Le grité.
-Estaban muy interesantes, además debía hacértelo saber, la
monotonía si los tiene, es un ser como todos nosotros, vive lejos, en una isla,
donde termina todo, se dice que la monotonía es blanca y sin forma, sus contornos están trazados
como si se dibujase en una hoja, es plana, no habla y
siempre hace lo mismo, no se ríe ni se enoja, no tiene expresión alguna, es
aburrida con solo verla, por eso vive lejos, lejos de todos y nadie nunca ha
hablado con esta-
-Entonces. . . ¿Cómo lo sabes?-
-Querida mía, yo lo sé todo-